Aún faltaban eternos días para que ese fatídico once de marzo escenificara el último apocalipsis nacional. España, sumida en una tenue anestesia, despertó sin aviso de su personal letargo. Pero entonces, apenas un mes antes, nadie lo sabía. Un trío -teóricamente bañado por las ansias contestatarias de la época- recorría gran parte de la geografía española cautivando por doquier a auditorios repletos...