Vivimos en un mundo tan sumido en el consumismo que ya no paseamos por calles y paseos sino por centros comerciales y tiendas. Queremos novedades constantes, novedades que dejan de serlo en el mismo momento que están en la bolsa y abandonamos el establecimiento donde las hemos adquirido. Estrenamos la ropa mientras vamos de compras buscando prendas nuevas que llevar mañana. Aunque creemos ser más libres que nunca es todo lo contrario, estamos esclavizados hasta cotas insospechadas.