En menos de dos días, los toros han pasado de considerarse un espectáculo a ser reconocidos como un Bienes de Interés Cultural. Lo han querido así los gobiernos de Madrid, Valencia y Murcia, después -qué casualidad- de que en el parlament de Catalunya se debatiese el fin de las corridas. La situación es verdaderamente lamentable.
El cardenal arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco Varela, ha responsabilizado al poder del Estado de los cambios de modelo en el matrimonio y la familia y ha dicho que "o colocamos el poder bajo el imperio de la moral y la ética o vamos al desastre".
En el semanario del Arzobispado de Madrid dedican sus energías a la resurrección de la conspiranoia y a cantar alabanzas negras contra el Gobierno electo. En el artículo enlazado se puede leer [sic]: «si no fue ETA ni Al-Qaeda, ¿quién ideó, quién tramó, quién coordinó, quién financió, quién hizo coincidir el mayor atentado criminal de la historia de España con una elecciones que, en pura ortodoxia democrática, deberían haber sido aplazadas, cuando menos_?»
La Iglesia católica española recibe del Estado, además del pago de la factura de Religión en la Enseñanza, cantidades superiores a las de la aportación voluntaria del IRPF mediante cantidades “a cuenta” que son sistemáticamente elevadas a definitivas cada año.